Don de la Deuda
Revisando superficialmente una posible identidad subterránea me he encontrado con nuestro fracaso. El cual siempre actúa como lazo inconciente de otra historia, la de los hombres sin ofrendas. El fracaso está arraigado, es quien nos maniobra. Es una ópera a priori, románticamente está en nosotros por herencia. Es en un pozo donde jugamos históricamente nuestro cariño. El pasado y sus antecesores se arruinaron pensando en salir de la insatisfacción. Como sacarnos de ahí se preguntaban subestimándonos, haciéndolo por nosotros.
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En la Tradición el Presente nunca es mas sabio que el Pasado. Pensaban y pensaban en lograr una posible salvación, desarraigarnos de lo adverso. Y lo peor; pensaban como hacer nuestro trabajo, y mas bien dejarlo a medias y mal hecho, diciéndonos que lo continuemos, “Termínenlo”. ¿Ahora que hacemos, continuarlo o comenzar de nuevo?. De más está decirlo que no lo consiguieron, cayeron por azar con el enemigo. Discúlpenme, el pasado no cayó con el enemigo, están aun evaluando si lo hicieron o no. Pero desde el presente pareciera, sólo en apariencias ser así.
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el pasado cambia, todo el tiempo cambia y en escalas de gravedad pareciera, y según donde estemos ubicados en el presente. Ahora estoy convencido podemos inventar lo que sea con el pasado, hacer que se crea de nuevo es nuestro proyecto. Radicalizarnos por ejemplo haría quedar mal a nuestro querido y transitado pasado. Seriamos hijos de una vergüenza. Si podemos movernos para mirarnos, dejemos bien parado tantos sacrilegios. Una mala idea; nos quebramos, caemos al suelo enterrados y brotamos. Naceríamos de un quiebre a su semejanza. De modo de no distanciarnos, pero tampoco continuamos.
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Por nuestra parte, en lo que nos compete al presente, nosotros por milagro cometemos errores. Uno de ellos es que creemos en la mala suerte, por ello existe el éxito y el fracaso. Estamos en una trampa heredada, atascados en una rama del árbol que no se quiebra ni crece.
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Antes, en el Pasado se pensaba, nosotros, en el presente, por herencia creemos. Pésima consecuencia si se trata de hacer algo. el trabajo abstracto no involucra acción. Como síntomas sucesivos representamos lo aprendido, operando programados como hojas idénticas a la de la rama atascada del árbol, cayendo programadamente por temporada.
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El tramposo brindis del azar es el que termina emborrachándonos, dejándonos en el mismo puesto de siempre, nos deja, se aleja triunfal ¿y nosotros? quedándonos sin movimiento, pensando en creer que hemos hecho algo. Creer que hacemos, es hacer creencia inerte. Siendo que no nos movemos. El azar es uno solo y siempre está contra nosotros, dejen ser claro, el azar nunca es un aliado (existe demasiado y en todos lados para que juegue por todos). El viaje o el simple movimiento atrae, reune, vincula, crea, interactúa. Artaud se retiró del surrealismo, no por azar, sino por posicionarse, mover su estado. Salirse del azar, es tomar una decisión. Moverse es tomarse de la posición elegida allí, desde abajo y no inevitablemente caer.
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El Fracaso es una decisión de corresponder al desierto del regalo. Elegir el fracaso es romper la tradición de cargar en el hombro la deuda. seguir perteneciendo al don del escazo es cuando funciona. el Fracaso no nos toca, sino que se atrapa.
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