El sujeto descifrado en "Los Diarios" de Henry James


“la señora Chorner
parece un personaje de fábula”

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La prensa y el espectáculo manifiestan una terrorífica forma de inventar a sus sujetos, de adjuntarlos a su institución, les provee una identidad concreta, instaurada en su imaginario, que los haría sujetos a este tipo de poder. Ahí está implícito en Los Diarios la construcción del sujeto moderno, el Hombre descifrado, codificado por una fuerza que lo moviliza con su voluntad, que le crea la personalidad, un rol de ciudadano. Y que ciudadano mas peligroso que aquel que enuncia, ejerce el poder a los demás, es la personalidad panóptica del comunicador masivo, o peor, la del informador de prensa “el perro guardián de la civilización”
El eje vertebral del análisis en Los Diarios va hacer como se narra la invención del sujeto moderno y específicamente del sujeto de la cultura masiva o al escritor de periódicos. Por esto ultimo, enfocaré en el ejercicio de la escritura, de un periodismo, el pacto de sujeción con las instituciones modernas y la diferencia de esa actividad con la de escritor según Deleuze.
Empezar con una pregunta es abrir, a voluntad de desenredar; inmiscuirse ¿qué es un sujeto? ¿Cómo se inventa a un sujeto? Se le asigna un rol en la sociedad; deberes y derechos. Se circunscribe a un territorio mental donde sus posibilidades sean coherentes y en algunos casos como lo es en los Diarios de privilegio y éxito. Se le acota el campo de acción, a uno previamente establecido casi por azar. Los sujetos modernos tienen una identidad fija inducida por con-textos geográficos, también cuenta con un sustantivo que le es propio y reconocible por los demás. En estos factores nace el “yo” en su mirada del que-hacer diario. Su Ser es inducido retóricamente, se es comprensible, comprimido y definido (tú eres estudiante, tú eres periodista). Da el espacio donde el poder puede actuar, cartografiando el cuerpo.
El mismo sujeto descifrado identifica con su “yo” estático el poder correspondiente a su estatus y rol social, se asigna él el poder que tiene y el que no. Esto se ve en los Diarios al comienzo del relato cuando el narrador presenta a los personajes y el lugar que ocupan en la ciudad, señalando “les preocupaban otras cuestiones: los limites notables de su suerte” es decir, los dominios de acción y preocupación que le fueron atribuidos. Su suerte son sus posibilidades. Que eran privilegiadas, con relación a los otros de la ciudad, por su relación de pertenencia a una institución respetada como son los Diarios. Lugar donde entregan todas sus capacidades “Los Diarios constituían, a ojo de buen cubero, todo el mobiliario de su conciencia” esta identidad que tiene Howard y en menor medida Maud habla de la correspondencia que existe entre la que se vive en los Diarios y la de ellos, una vinculación estrecha de reciprocidad. Esta mutua solidaridad entre los protagonistas y la institución es posible desde que un “yo” definible y delimitado, que se instaura predecible. Una vez que el control sobre el accionar se logra, las lógicas del mercado del espectáculo hacen la tarea de compatibilidad con los valores “una columna periodística la he hecho con nada, una tortilla hecha, por decirlo así, sin siquiera romper un par de huevos que constituye su precio mínimo”. Aquí se muestra un tono de ruptura con la formalidad laboral, pero en realidad es un recurso mediático, estrategias de mercado para general la noticia, como lo que buscan hacer con Mortimer Marshal.
Este “yo” sujeto a una realidad cosificada es el camino de la rutina que la institucionalidad escribe, una instauración rígida de la vida, es justamente lo opuesto a lo que G. Deleuze en “la Literatura y la vida” pretende asociar al desborde del hombre un devenir. Para el desapego a una forma de vida hegemonía se tiene que desprender de la identidad, pasar a encontrar en el cambio esencial, lo imperceptible de su conciencia, que de entera, compacta pasa a desvanecerse y entrar en una disolución del yo en su habla-escritura “no se deviene Hombre, en tanto que el hombre se presenta como una forma de expresión dominante que pretende imponerse a cualquier materia, mientras que mujer, animal o molécula contienen siempre un componente de fuga
1” estos devenires no se encuentran en Howard, él está ajustado a la regla, al egoísmo y competencia, instaurado en su rol profesional “Tu y yo somos increíbles, ¿sabes? Sabemos ver. Y lo que vemos siempre termina por pasar”.
En el caso de Maud su cierto desencanto es señal de una pequeña salida, un espacio abierto a su carácter programado. “No soy una mujer -suspiró Maud Blandy- ¡ojala lo fuera!” Su negación identitaria habla de cuanto está entregada a los Diarios y su deseo de devenir autónoma. Sin embargo Maud se encuentra al interior de los medios y necesita de sus trampas para sobrevivir, no va atacar a quien le da de comer. Las características individuales de los personajes permiten identificarlos, el poder del lector hace de ellos seres que no pueden escaparse en la generalidad, son bien definidos, ahí radica el trazo del escritor. Con personalidades amplias las posibilidades se desdoblan, la narración podría ser insospechable lo que haría del texto un alejamiento caótico de sentido. Tal como en el lenguaje, y en el caso de la auto identificación, la enunciación al señalar, cumple con la tarea de sedimentar, sedentarizar organizando el cuerpo. Aunque, los escapes son posibles en la palabra con sus aberturas es de ella que se huye.
Cuando más nos encontramos con este componente de fuga en los Diarios son en los silencios, en las miradas tensionadas de los protagonistas, los espacios en blancos marcados al interior de una estrofa, cuando lo que se dice queda negado. La literatura se hace dentro de esa negación de los personajes, lo que esta entre líneas. En este sentido, lo rescatable del relato es lo que no se hizo, lo que se dijo en silencio. Los gestos escondidos en el relato, las caras que hay que imaginar entre ellos conversando, es decir, cuando lo importante es la ausencia de ellos mismos “Bight apartó la mirada y mostró una mejilla sonrojada y ella comprendió que le había tocado una fibra sensible” Por ello cuando M. Blanchot dice “el errante no tiene su patria en la verdad sino en el exilio, se mantiene afuera, mas acá, apartado, allí donde reina la profundidad de la disimulación
2” habla del sujeto presentándose como ausencia, lejos de los caracteres humanos e involucrando el proceso de modificación. De viaje interior tanto que es recogimiento. Una hermenéutica del silencio, reformar la nada, encargarse de los errores. La desautomatización según los Formalistas. Extrañamiento de Uno que en definitiva es nosotros, una sucesión de poses, posiciones contingentes y estratégicas. Lo que se llama es a buscar escapes de la definición, como lo anunció Kafka “el problema no es el de la libertad, sino de una salida3”. Los protagonistas Howard y Maud están envueltos en su condición de periodistas, esa actividad los desborda, son “de los Diarios hasta la medula”, sumisos frente al trabajo no hacen más que ensimismarse a ese cuadro protector.
El devenir animal, objeto e imperceptible del escritor es travestirse en algo minoritario, su transformación constante fuera del patrón, dejar de ser parte de su alienación, superar al oficio al transitar por sus limites, por lo que le es permitido. Ubicarse fuera de la estructura y actuar desde los márgenes de su identidad mayor es sustraerse hasta de la misma condición de escritor “Para escribir, tal vez haga falta que la lengua materna sea odiosa, pero de tal modo que una creación sintáctica trace en ella una especie de lengua extranjera
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Para intentar finalizar quiero ver como este sujeto descifrado entra al texto maquina, como ayuda ha hacer funcionar la textura formando los relieves. El engranaje “personajes” interactúa con el paisaje y de cierta forma lo determina, es la pieza clave para que el motor de la historia avance, en sus deseos creativos y opresiones. El entramado se configura ahí, en lo expuesto e impuesto, en la guerra de fuerzas que el cuerpo transita. Por ello el aspecto político de sus emociones establece el tipo de narración, el vehículo que recorrerán por la historia. Si se trata, como lo hace Henry James, de entrometerse en la vida, de contar un modo de vivir es por su aparente fascinación a las emociones que se cruzan, mas que por las ideas, hacia una desorientación guiada por el amor o la enfermedad
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Imagen "quebrantahuesos" (E. Lihn-A. Jodorosky)

1Gilles Deleuze “la Literatura y la vida”
2Maurice Blanchot “El Espacio Literario”
3en “Kafka por una literatura menor” G. Deleuze y F. Guattari
4Gilles Deleuze “la Literatura y la vida”

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