Cantinela IV
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Así vuelve la hambruna de velocidad de estas manos quietas, desocupadas, de fluidas ideas que se atrofian ante la blancura de silencio que de a poco se van diluyendo entre los dedos sus fronteras, enmudecidas con cachetadas de silencio y fructíferas por goteos de entusiasmo, presenciando así, la deplorable enunciativa. Una cruzada contra la elocuencia del estoicismo clásico.

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