NIGHT CITY

Urbanos de redundancias estamos, y se a-cerca a su real desconocimiento, su alejamiento tácito que se presenta intimo, mínimo, que muestra claro los extraños horrores he están incri(s)to, en la carne. Leamos, conteniendo y negando certeramente las abstracciones del lenguaje, no pensando en totalidades abismales, en conceptos ajenos al hambre, al hombre, al afecto que supera cada una de las frases. El lenguaje no habla por sí sólo sin verse afectado. Mientras estas desarmonías conjugan el nuevo laberinto.
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Con la llegada de los neones, el sol y los faroles disponen los abrazos de la cama, para que por fin aprendamos hacer el amor. Mejoremos también la dicción y la adicción viscosa que retrotrae el insomnio con uvas y de nuevas noches blancas, paliduchas que se adhieren como pegamento al alcoholismo conservador, como preso distante en el desierto, incitando a secuelas defensivas por alguna palabra depositada, maldecida. Es el propio hoy día nocturno, que con-verso con la maestra luna y hasta el tiempo parece estar hecho de luces con colores como cada una de las notas musicales, escritas en melodías, en medianoche, que completan la incertidumbre amarilla, del agujero lleno y vacio de hacinamiento que esta entremedio de curvas, en una parte circular de este cuerpo, pleno y dividido.
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