Ante Jardín Urbano
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Toda Urbe tiene continuidades en otras, se relacionan sin importar su distancia. Emanan sus olores sin grandes pudores, poseen paisajes ocultos en la propia mirada, bellísimos y monstruosos, variantes de colores y formas. La ciudad se muestra como un cuerpo donde transitar, con habitaciones, pasillos, es decir un enorme Jardín-escenario de representación que posee una característica: una escenografia gigante y fértil en pautas, tendencias, guiones y diálogos dinámicos, pero por sobre todo es un escenario cambiante. Eso si, acá me voy a desarraigar de sus espectáculos y concentrar la vista en el mas grande hallazgo y desafortuno moderno; su capacidad de abstracción como compensación del territorio estacionado, algo así cómo: sobreponer el territorio pensado a la ciudad posicionada, a la polis empírica. 
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Algunos se referirán de la saturada urbe desde sus sonidos o ruidos, otros civiles, mas “civilizados”, hablarán de su sistema orgánico o el potencial administrador de vidas. En resumen; lo conocido remite a otro lugar, mas cerca al cerebro, al racionalismo tradicional, que a las capacidades corporales de estar en un lugar. Las coordenadas espaciales son omitidas, y sobre entendidas las de la Información. Los centros, los márgenes, las fronteras habitables de la geografía internas o tambien llamda inteligencia espacial parecieran bloqueadas por las ideas y aun mas fuerte por las ideologias.
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El movimiento y los desplazamientos se darían a través de la asociaciones cognitivas y no por los territorios recorridos. Los trazos del cotidiano no pertenece al realismo urbano, sino a una arquitectura imaginada por la semántica. Se puede decir, una tal fragmentación que sufre o goza, que está por verse u ocultarse.
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