(J)oda al cuerpo mutilado
La política ha ido sobre los cuerpos, negros
con flechas hechas para intransi gentes
pero desde antes de que nos (des)cubrieran los europeos
que llegaron con caballos y amables recipientes.
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Ellos, los cuerpos, han accionado los puertos estratégicos
son pieles que erupcionan frente a operaciones y pronunciamientos
resistiendo coagulados, de callos
y siglos defendiéndose del encierro
ametrallados por lanzas, afectos y estimulados con horror.
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Se re producen estos cuerpos con el mal desorganizado,
arraigándose en los románticos usos del placer
queriendo rendir honores a sus antepasados
cocinando salsa verde y martillando por hacer.
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Tranqui, la naturalidad física rearticula los órganos biológicos
incómodos se las han arreglado cohabitando separados
extremidades reunidas en pie de cañón, atacando
terminando en una pólvora ardiente, humedecida por dentro.
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Los cambios apelativos se obtienen de sus residuos,
en la carne mosqueta, los afectos sobre cocidos
ahora se retienen como guardando algo,
una sorpresa desagradable, pero en fiesta
son los cuerpos de la política de trastienda
el único material de guerra que va a la parrilla.
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El poder siente su poder, se paraliza, sino, comé analíza.
las fuerzas son la conjugación de los ánimos embriagados
transfigurando los deseos en política para hambrientos
con la única contemplación de algún día ver al soldado calmo.
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Creado en corporalidad bondadosa de inteligible política.
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