Laversión delencierro (postdecodificación)

Armando:

Por un prolongado tiempo me dio la impresión que llovía sangre dentro de la casa que habitábamos ese día. Era un lugar que aunque nunca conocí me evocaba confianza, pensaba que es donde tenia que llegar algún día, no sé como pero estar ahí. Las gotas caían de un techo oscuro y muy alto, tan profundo que se mantenía lejos de la vista de nosotros. En un principio sólo noté las manchas rojas que caían por una leve luz verde que emergía del piso, luego cuando se hizo constante en la habitación este especial fenómeno micro climático no había forma de evadir la mucosa rojilla que provenía del cielo, de este extraño y acogedor lugar. Después de la impresión no quedaba mas que apreciar la sensación que daba cuando se posaba en la piel esta llovizna. Para tranquilidad mía ahí supe que no era sangre.

Bopolí:

No pude mas que guardarme las lágrimas cuando me encontré con semejante... miedo, me cubrí los ojos para dejar de creer en lo que veía, para olvidarme donde estaba, que en realidad no tenia puta idea donde me encontraba, sólo recuerdo que era una habitación antigua, Amplia en todos los sentidos y yo estaba con dos "conocidos" mios. Fue cuando me sentí con fuerzas para correr y corrí por todo sus rincones, hasta pude darme un impulso y elevarme hasta el techo, pensé en volar y volé. Cuando de repente caí el suelo y comencé a paralizarme por completo, debió ser el calor del encierro, la falta de oxigeno y sobre todo el miedo, ahí fue cuando mas fuerte llovió ese líquido rojo.


Camilef:

Sabíamos que el monstruo estaba sobre nosotros, no veíamos pero se olía y lo peor de todo estaba herido, no con nosotros, sin embargo tuvimos el mal gusto de presenciarlo. Un poco inquietos y mojados con rouge aguardamos que la pieza dejara de moverse, parecía que tuviese ruedas en todas las direcciones, era amplia por lo que en momentos quedamos solos. También bien decorada con poca iluminación. Mi "socio" comenzó a recorrerla sin detenerse y el "otro" complaciente como disfrutando del espectáculo, yo mas desesperado me di fuerzas y comencé a dialogar con esa cosa que gritaba, que terminó siendo sólo ruido, palabrería y un poco de saliva roja (de tanto morderse los labios) que bajaba por las rejillas del cuarto, se filtraban sus expresiones. Nos dijimos no hay nada que temer allá afuera. El mismo cuarto se encargaba de amplificar y deformarlo, aunque nunca sabremos que fue esa abertura.

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