de camino a la cocina contemporánea

sin palabras en la mano
algo de resignación
solo yo y 30 centavos
salgo a ver que pasa
de pie a los matorrales
y un poco de rodillas
a la vuelta de la plaza
se habla de música ambiente
mientras la calle rescata una imagen;
la grasa me hace resbalar
caigo al piso
de un carro sin cuidado
y la mierda acompaña el piso
que hay en cada cuadra a la manzana
y eso que se ven
los perro a las riendas
del cogote
las veredas no huelen bien
no se divisa algún infeliz
no hay paradero de colectivos
donde se pueda huir
es un largo trayecto todo el tiempo
como si desaparecieran los asientos
los pastos!! son deliciosos
pa´ tomar mate solitario
cuando el sol llegue
porque aún
no deja de llover en octubre
mejor me encierro insomniado
que dormitar caminante y mojado
ayunar por las tardes
para asesinar las oídas de las noches
acabar con las mañanas
ya que sin montañas
no se saben de las tardes amarillas
sólo un flechazo vespertino
deviene florecer nocturno
así enfocó la vista
y encendí las luces nubladoras,
ya que las estrellas en la cuidad
están apagadas de por vida,
mas encima
la luna gasta de su luz
durante el día,
ahora nadie ahorra agua

porque
da sed
tanto cemento y concretos
y abstractos hasta los movimientos,
el agua la desperdicio con gusto
el agua no sólo es para beber
sino también se ve

se observa con detención
se le escucha caer en el metal
confundirla con las manos
por eso me gusta ver los platos limpios
refresca la vista

sedienta
que
cae
suave
como la poesía desposeída
de Rodrigo Lira,
parece ser contemporáneo
los sonidos de la cocina
mezclando condimentos

de la calma diaria
en pacificos blancos de loza
contra la tensión post cena
de los alimentos descomponiéndose,
es en el escenario donde
compite el estoicismo fundante
v/s el ondulatorio pasillo
que te calma el hambre.

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